Tras
la cena me encierro en mi cuarto con la única intención de dormir; en cambio,
mi mente tiene otros planes.
El
mismo sueño me atormenta noche tras noche. El recuerdo de aquel día me
persigue. Lo único que lo mantiene en sueño sin llegar a convertirlo en una
pesadilla es el rostro de aquella chica. A pesar de la edad ella siempre está
presente, grabada en mi mente, quemando mis entrañas.
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La
mano de mi hermana agarra fuertemente la mía como si tuviese miedo a soltarme y
perderme. Mi madre tiene sujeta mi otra mano mientras nos guía entre el gentío
Mi
padre va delante nuestro con la cabeza bien alta y el orgullo siempre presente.
Su espíritu y la madurez que demuestra respecto a sus anteriores hazañas y el
haber obtenido tales cualidades desde pequeño aleja a aquellos que se ponen en
su camino.
El
corte que atraviesa su cara desde la ceja hasta su labio inferior y la falta de
su mano izquierda lo demuestran, muestran no solo el dolor que ha debido de
sufrir sino también la valentía que ha demostrado en el campo de batalla.
-Katie,
Daniel. Vuestro padre y yo tenemos que irnos pero os prometo que pronto
volveremos. Mientras tanto debéis quedaros con esta gente, ellos os cuidaran
durante nuestra ausencia.
-¿Adonde
vais?- pregunto confuso
-A
hablar con unos amigos- responde mi padre revolviéndome el pelo
-Dan,
deja de hacerles preguntas- replica mi hermana besando a mi madre
-No
importa cariño, no te preocupes por nada- dice mi madre besándome a mi antes de
desaparecer con mi padre
-Por
favor, los niños de siete años que vengan y se coloquen aquí- grita un señor de
uniforme
-Dan,
no me dejes
-Tienes
ir Dan, mamá acaba de decir que tenemos que seguir las órdenes de estos hombres
y así lo haremos.
-Vale,
nos vemos luego
Kat
va a su lugar mientras yo busco el mío. Por el camino me fijo con más detalle
en la gente que me rodea y lo que veo por parte me horroriza y me entristece.
Niños sin brazos. Padres con brechas y algún que otro moratón. Madres
embarazadas llenas de sangre. Todo tipo de heridas dañan todos los habitantes,
los únicos supervivientes.
Un
grupo de niños de más o menos mi misma edad se encuentran un poco alejados del
resto. ¿Qué es lo que no quieren que averigüemos?
Puesto que no sé el tiempo que estaré aquí
necesito una distracción. Mi mirada recorre al resto de niños hasta posarse en
una chica morena. Algo me impulsa a acercarme a ella. Cuando estoy a escasos
centímetros, un extraño olor capta mi atención. Es algo parecido a las cerezas.
Busco a su propietario hasta dar con la misma persona con la que tenía previsto
conversar. Su ropa no es ni de lejos algo usual. Manchas de barro y sangre
salpican su vestuario y su cara. ¿Qué le habrá pasado? Su cabello oscuro cae en
suaves ondas por sus hombros, su piel pálida contrasta con la del resto de los
presentes y sus ojos...sus ojos son impactantes, grandes y marrones, pero no un
marrón cualquiera, qué va, son de un marrón como el del chocolate. Me encanta
el chocolate.
-Hola
A
pesar de haber estado pendiente de mis pasos se sobresalta al escuchar mi voz.
Su respuesta es apenas audible.
-¿Cómo
te llamas?- le pregunto curioso
-Dev...Devian
Markov
-Yo
soy Daniel Bradbury, pero puedes llamarme Dan- le digo sonriente
-Mmm...supongo
-Te
voy a llamar Dev- digo riendo.
Devian
niega con la cabeza. Que pena, me encanta ese mote. Le queda bien. No pienso
rendirme.
-Por
qué no, me gusta y es bonito
-¿Siempre
eres tan insistente?
Este
chica es realmente lista. Si quiere ver lo insistente que soy se lo voy a
demostrar.
-Supongo,
¿cuántos años tienes?
-Mi
madre dice que no hable con extraños- responde impaciente
-Yo
no soy un extraño, soy Dan
Una
sonrisa aflora en sus labios mostrando sus bonitos dientes.
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Me
despierto sobresaltado. Otra vez ese sueño. Me recuesto en la cama. Esa
sonrisa. Me costó mucho conseguirla y daría lo que fuera por volver a verla.
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